Detrás de un sauce halló un lugar muy diferente a cualquiera que hubiera visto antes, ella con su mente temerosa, pero con su espíritu intrépido, se acercó al lugar con incertidumbre, su corazón latía a prisa; había algo que la invitaba a entrar. Estando en ese lugar la invadió una nostalgia como si conociera el lugar desde antes
cerró los ojos por un momento, intentando recordar si fue en un sueño que lo había visitado, y al abrirlos halló un espejo viejo en el que difícilmente podía ver su reflejo por el pasar de los años. Observándose en él, un magnetismo extraño la haló hasta hacerla atravesar su propio reflejo.
Muy desubicada y tratando de entender qué había pasado, se encontró en una realidad paralela donde se sintió presa, como atrapada en una escafandra,
cansada de no arriesgarse y dejarse vencer por el miedo. Se llenó de agallas, se levantó del suelo y se decidió a recorrer el camino que su intuición le marca
se fue despojando de miedos y de recuerdos que le pesaban
pero con cada paso que daba, ella se sentía más en confianza y sintiendo que ese era el lugar al que pertenecía, allí entendió que se había perdido de muchas cosas por no haberse arriesgado antes y se sintió aliviada de haber atravesado los límites que ella misma había creado.
Después de haber caminado varias horas, de ver lugares maravillosos y de haber tenido pensamientos tan lúcidos, decidió sentarse en un tranquilo pastal junto a una cabaña, donde escuchaba un arroyo y donde podía sentir el agradable sol invadiendo cada parte de su frío ser. Se sentía tan plena y tranquila que se quedó dormida.
Ella no supo cuánto tiempo pasó, pero una fría brisa la despertó, estaba desubicada y esperando encontrarse en el mismo lugar donde se quedó dormida. Miró a su alrededor y descubrió que estaba aún detrás del sauce y que todo lo que vivió no fue más que un sueño; sin embargo, en ese lugar donde Morfeo la abrazó florecieron con ella millones de flores, haciéndole saber que ese lúgubre lugar que habitaba nunca más iba a volver a ser como antes.
